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lunes, 18 de octubre de 2010

EL PEZ- PÁJARO

  Ahora sí que terminé con lo referente a Julieta, pero...
quizá le guste ELPEZ PÁJARO  - Un beso, Néstor


EL PEZ-PÁJARO (fruto de mi magín)

  En una leyenda piel roja que pasó de generación en generación, se cuenta la historia del pez-pájaro. Cuando llegó a mi conocimiento, decidí transcribirla para que todos pudieran embelesarse al escuchar esta hermosa lección de amistad.
  Hace muchos años, temprano, casi de madrugada, una de las águilas reales que anidaban en las laderas del Monte MacKinley, dejó a su pareja y a sus pichones en el nido y salió a buscar el sustento con que alimentarlos. Sobrevolando las aguas de un arroyo cercano divisó un hermoso pez que, nadando en la superficie, parecía gozar del espléndido panorama que componía un todo maravilloso.
  En vuelo rasante, el águila real se desplazó rápidamente y con sus garras apresó al pez, y partió raudo hacia su morada.
  -¡Oye, oye!, escuchó asombrado. -No me hagas daño y te lo compensaré. Ten confianza en mí y verás que no miento.
  -Por favor, ¡suéltame!
  Sin creer lo que estaba escuchando, y totalmente ensimismado, el águila real decidió liberarlo.
  -No sé porqué, pero creo en tu palabra.
  Y lo soltó.
  Al instante vio que, como por arte de birlibirloque, al pez le habían crecido un hermoso par de alas azules y un pico anaranjado mucho más bonito que el suyo. Y para mayor asombro, estaban volando a la par.
  Pronto llegaron al nido, y allí, la explicación que el águila real estaba esperando.
  -Soy, comenzó diciendo el visitante, el hada protectora de los peces y nuestro creador me ha investido de poderes mágicos.
  Y haciendo un feérico movimiento de alas, hizo aparecer deliciosas viandas para satisfacer a sus nuevos amigos.
  Pronto nació una hermosa amistad. El pez-pájaro visitaba el nido muy a menudo, y se ocupaba del sustento diario de la familia aguilar, que le prometió, formalmente, no atrapar peces para alimentarse.
  Como toda leyenda, ésta tiene tanto de realidad como de incertidumbre.
………
  Pero…, shhhh… según pude investigar, parece ser que todos los peces que viven en los arroyos que nacen en el Monte Mackinley,  tienen la boca naranja y las aletas azules.  
  
                                     Néstor Agustín Lombardi
                                               27-11-2008

domingo, 17 de octubre de 2010

ACRÓSTICO PARA JULIETA, de mi querido amigo Nestor

ACRÓSTICO A LA HERMOSURA
Julieta, eres para tu abuelita
Una luz hermosa y clara,
Luces tu cara bonita
Imposible es no amarte.

El sol te mira envidioso
Tú tienes más brillo que él,
A tu paso, todo es ocioso
Gracias, soy tu amigo fiel.

Ante ti, pongo a tus pies
Una guirnalda de flores
Todas de bellos colores.

Ideal que tú me quieras.

El abuelo de La Plata.

             N.A.L. 16-10-2010

sábado, 16 de octubre de 2010

OTRO CUENTO PARA JULIETA

Este es el tercero y último de mis cuentitos. 
Un  beso, Néstor

PARA JULIETA

EL MOLINERO Y SUS SINGULARES AMIGOS

La expectativa
Existía una gran expectativa.
Esa noche, durante la cena, Julieta le pidió a la abuela María:
-Abuela, quiero que seas vos esta noche, quien me cuente un cuento antes de dormir, pero por favor, uno nuevo, porque Papi y Mami siempre cuentan los mismos: Caperucita, Peter Pan, Pinocho. Esos ya los sé de memoria.
La abuela María miró a Gastón y Verónica, como pidiéndoles permiso, y después de sus miradas cómplices, le respondió:
-Está bien, lavate los dientes y llamame cuando estés acostada.
Cuando Julieta se fue a su dormitorio, María aprovechó para terminar de lavar los platos. Pocos minutos después se escuchó:
-¡Listo, abuela!
-¡Ya voy! Termino acá en la cocina y estoy con vos.
La expectativa de Julieta seguía en aumento.
Con  paso cansino, María entró al dormitorio de Julieta, la besó en la frente, y se sentó en un cómodo sillón de hamaca frente a la camita de su nieta.
-Te voy a contar un cuento que me contaba mi abuelita,  cuando yo era chiquita como vos.
-¿Cómo se llama, abuela?
-“El molinero y sus singulares amigos”
-¡Dale, empezá!
-“Hace algún tiempo…” Esperá, voy a buscar un pañuelo.
La expectativa seguía creciendo.
Ya de regreso, la abuela recomienza el relato:
-“Hace algún tiempo, una cuadrilla de bandoleros…” Esperá, voy a tomar agua y vengo.
La expectativa cada vez era mayor.
Otra vez ya en su sillón, la abuela retoma el cuento:
-“Hace algún tiempo, una cuadrilla de bandoleros se instaló en una cabaña…”  Esperá, voy al baño y vengo enseguida.
La expectativa seguía “in crescendo”.
Al volver, María notó que Julieta ya empezaba a bostezar.
-¡Metéle, abuela, dale!
-“Hace algún tiempo, una cuadrilla de bandoleros se instaló en una cabaña escondida entre…”

En ese momento, la abuela se dio cuenta de que Julieta ya no la escuchaba, porque se había quedado dormida.
Dejó de hablar en voz alta y murmuró: -  ¡Qué lástima! ¡Un cuento tan lindo!
La expectativa que existía, dejó de existir
                                                            F I N
N.A.L. 16-10-2010

viernes, 15 de octubre de 2010

OTRO REGALO DE MI AMIGO NESTOR!!


Muy bueno el blog, honrado por la publicación de mi cuento y aquí va el segundo.
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EL CHANCHO FEROZ Y LOS TRES LOBITOS -  Para JULIETA

Cansado el Chancho Feroz después de hacer derribado las casas de paja y madera de dos lobitos, sopló inútilmente para abatir la casa de ladrillos del tercer lobito.
Desencantado, volvió a su casa muy apesadumbrado, y sin haber comido nada en los tres últimos días. Estaba anocheciendo, cuando se acostó rendido, y durmió plácidamente. Al despertarse a la mañana siguiente, tenía hambre. Fue al bosque cercano y encontró a María, sentada a la sombra de un pino.
¡Qué rica debe ser! Y se la llevó a su casa. La metió en una gran olla con agua hirviendo, y cuando a la pobre María se le empezó a quemar la colita, dio un salto y se escapó por la ventana.
¡Uuaá, uuaá! gimoteó el chancho feroz.
-¡Otra vez me quedé sin comer! Y se fue a dormir.
Al despertarse a la mañana siguiente, tenía hambre. Fue al bosque cercano y encontró a Betto sentado a la sombra de una araucaria.
-¡Qué rico debe ser! Y se lo llevó a su casa.
Lo metió en una gran olla con agua hirviendo, y cuando al pobre Betto se le empezó a quemar la colita, dio un salto y se escapó por la ventana.
¡Uuaá, uuaá! gimoteó el chancho feroz.
-¡Otra vez me quedé sin comer! Y se fue a dormir.
Al despertarse a la mañana siguiente, tenía hambre. Fue al bosque cercano y encontró a Verónica sentada a la sombra de un cedro.
¡Qué rica debe ser! ¡Y qué linda carita tiene! Y se la llevó a su casa.
La metió en una gran olla con agua hirviendo, y cuando a la pobre Verónica se le empezó a quemar la colita, dio un salto y se escapó por la ventana.
¡Utra vez me quedé sin comer! Y se fue a dormir.
Al despertarse a la mañana siguiente, tenía hambre. Fue al bosque cercano y encontró a Gastón sentado a la sombra de un roble.
¡Qué rico debe ser! Y se lo llevó a su casa.
Lo metió en una gran olla con agua hirviendo, y cuando al pobre Gastón se le empezó a quemar la colita, dio un salto y se escapó por la ventana.
¡Uuaá, uuaá! gimoteó el chancho feroz. 
-¡Otra vez me quedé sin comer! Y se fue a dormir.
Al despertarse a la mañana siguiente, tenía hambre. Fue al bosque cercano y encontró a Julieta sentada a la sombra de un abeto, jugando con las ardillas y los conejos..  ¡Qué rica debe ser! Y se lo llevó a su casa.
Cuando la iba a meter en una gran olla con agua hirviendo, pensó que Julieta era muy chiquita y aunque se la comiese, se iba a quedar con hambre.
-          Volvé al bosque, Julieta, Y que tengas mucha felicidad,- dijo el Chancho Feroz, que en realidad de feroz, no tenía mucho.
-          Vení conmigo, dijo Julieta. Creo que te vas a divertir.
Y los dos, tomados de la mano, fueron caminando hasta el bosque.
Al llegar, el Chancho Feroz tuvo una gran sorpresa. Alrededor de una gran mesa, adornada con gran variedad de frutas, los estaban esperando María, Betto, Verónica y Gastón. Después que sació su apetito, y muy contento con el recibimiento, el Chancho Feroz se abrazó a su amiga Julieta, y le dijo:
- Desde ahora, no seré más el Chancho Feroz.
- Desde hoy, seré el Chancho Feliz.   
               
 FIN           Néstor A. Lombardi

                    15-10-2010

HERMOSO REGALO DE MI AMIGO NESTOR, PARA JULIETA

Abuela María:  El abuelo Néstor, que por correo aparte te enviará datos de su familia, te envía el primer cuento de la serie de tres que componen LAS ANDANZAS DE JULIETA Y SU ABUELA MARÍA.
Un beso, Néstor
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JULIETA, LA REINA

Había una vez, en un país muy lejano, un rey que ya estaba muy viejito y no quería gobernar más. Mandó publicar en todo el mundo, que a quien le regalara cuatro animalitos maravillosos, lo iba a coronar rey y le iba a regalar todas sus riquezas.
De todos los países del mundo llegaron muchas personas con preciosos regalos, pero el rey nunca estaba conforme.
En un lugar muy escondido en el mapa, Argentina, vivía una nena cuyo nombre era Julieta.
Julieta vivía con el papá y la mamá. Era muy feliz, pero siempre pensaba que debía hacer algo extraordinario, para poder vivir mejor todavía.
Julieta tenía cuatro amiguitos que, también, vivían con ella. Un caballito llamado Pepe; un monito llamado Tito; un perrito llamado Coco y un gatito llamado Mimo.
Un día, Gastón, el papá de Julieta, le dijo que había leído el aviso del rey que pedía que le regalaran cuatro animalitos maravillosos, y al que cumpliera con su pedido le regalaría el reino y todas sus riquezas.
Julieta lo escuchó, y suspirando, dijo:
- ¡Qué lástima que mis amiguitos no sean maravillosos!
De repente, sintió un suave golpecito en el hombro, miró para atrás y vio al caballito Pepe, que le dijo:
- No sé si será una maravilla, pero mirá lo que puedo hacer.
Julieta miró como le crecían alas a Pepe, y que éste, moviéndolas rápidamente, podía volar.
- Sí, sos una maravilla, pero sos el único, y necesito cuatro.
- No es el único, dijo el monito Tito. Mirá fijamente mis ojos y pensá a quién querés ver.
- Quiero ver a la abuela Isabel – respondió Julieta.
Y no solamente la abuela Isabel apareció en los ojos de Tito, sino que también pudieron conversar.
- Sí, sos una maravilla, pero son nada más que dos, y necesito cuatro.
En ese momento, entró el perrito Coco, que le dijo:
- No sé si te puede interesar, pero yo, con un golpecito de mi colita, puedo curar todas las enfermedades.
- Claro que me interesa. Pepe, nos podés llevar a la casa de la abuela María, que tiene fiebre y tos, contestó Julieta.
- Suban y agárrense fuerte de mis crines.
Pepe salió volando y los dejó en la esquina de la casa de la abuela María que, extrañada, vio a Julieta con su perrito Coco.
- Abuela María, le dijo Julieta. Te vamos a curar la tos y la fiebre.
La abuela María se rió, pero dejó que Coco lo golpeara, despacito en la cara, con la colita.
Enseguida le bajó la fiebre y le desapareció la tos.
- ¿Estás conforme? Le preguntó el perrito.
- Sí, sí, - contestó Julieta. Y Mimo, ¿también será maravilloso?
Cuando volvieron a la casa, los esperaba el gatito.
- Julieta, creo que conmigo completarás los cuatro
animalitos maravillosos que pide ese rey, dijo Mimo.
- Una de mis garras se puede transformar en espada, pero sólo para luchar a favor del bien y en contra del mal.
Y con la punta de esa espada mató a una araña que estaba por picarla a Julieta.
Julieta contó todo eso a sus papás, que muy asombrados no lo querían creer, pero después que Pepe los llevó a dar un paseo por los aires, tuvieron que reconocer que era verdad.
Prepararon todo para el viaje, pero el último día, Pepe les dijo:
Discúlpenme, pero con ustedes dos llevaría mucho peso, y no puedo levantar vuelo.
Muy tristes se quedaron los papás de Julieta viendo como se alejaba Pepe y su preciosa carga.
Cuando Julieta se presentó ante el rey, éste pidió que sus cuatro amigos probaran que eran maravillosos.
Pepe llevó al rey a dar un paseo por el castillo, Tito le permitió al rey ver lo que quisiera a través de sus ojos,
Coco curó un pequeño resfrío que aquejaba al rey, y Mimo con su espada venció a un temible enemigo del rey.
El rey dispuso que todo lo suyo pasara a nombre de Julieta, quien al día siguiente sería coronada nueva reina.
Nadie notó que el caballito Pepe había desaparecido.
Cuando Julieta estaba por ser coronada reina aparecieron sus papás y entonces la fiesta fue completa.
Antes de colocarle la corona, el rey le dijo a Julieta que podía ponerle un nuevo nombre a su nuevo reino.
Julieta le contestó que el nuevo nombre del reino, sería Verónica, que era el nombre de la mujer más maravillosa que ella conocía.

FIN                              Néstor A. Lombardi – 15-10-2010

(salvo error, u omisión)

Nota del autor: Adrede se repite veinte veces el nombre Julieta, para que la niña fije más la atención en el cuento.

cartel

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