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domingo, 7 de diciembre de 2008

EL MONTAÑES Y EL GATO


CUENTO

Cuento Breve
Un montañés, morrudo, fuerte, capaz de derribar un árbol con tres o cuatro hachazos. Serio, seco, de poco diálogo, de pensamiento y convicciones firmes.Estaba en el bosque con su herramienta y su fuerza, peleando con ese árbol que se resistía caer…..y refunfuñaba en voz alta, donde sólo las paredes de las montañas lo podían oír.- ¡Gatos!.... Eso sí que no. …. ¡Gatos, no! …. ¡en mi casa nunca!....Son fríos, independientes, escurridizos…. ¡No, gatos no!Me lo quieren comparar con los perros, con mis perros, ¡tan obedientes, dóciles, compañeros, fieles!¿Dónde vieron un gato que fuera fiel a sus dueños?Y así siguió hablando solo, toda la mañana, hasta que derribó el árbol, parecía que en cada golpe afirmaba su pensamiento.Llegó a su casa….tomó un poco de buen vino y se acomodó junto al hogar.Las brasas del fuego daban calor y adormecían el entorno. El montañés se quedó dormido.Su hijo entró, se acercó y lo vio tan fuerte, tan seguro, con sus ronquidos que tronaban en toda la habitación, que no se animó a continuar con su petición de tener un gato.El asunto se olvidó y así pasó el tiempo.Una mañana, una fría mañana, más fría que las anteriores. ¡El invierno es bravo en esa zona del sur!Alfonso, que así se llamaba el montañés, se levantó de madrugada como todos los días y escuchó un sonido no habitual para sus oídos.-¡Qué es? Un bebé o un……….Ni lo quiso nombrar, corrió la cortina que dejaba ver detrás del ventanal los restos de la nieve de la noche anterior…..No veía a nadie…..Volvió a mirar y de pronto en la cerca, dos ojitos verdes escondidos en un cuerpo peludo, negro, flaco y tiritando por el frío y el miedo, repitió el grito desesperado, pidiendo auxilio- MiauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuLos ojos verdes, miraron fijamente los grandes ojos azules de Alfonso.Un cruce invisible se produjo, no podía sacar los ojos de ese animalito, indefenso, muerto de hambre y de frío.Sus convicciones parecían romperse como la nieve de los árboles al caer.Abrió la puerta, casi como un impulso…..parecía no pensar.Pero los ojitos verdes, al verlo tan grande (nunca había visto a un humano)¡¡¡¡El susto fue más grande que el hambre y de un salto desapareció!!!!!Alfonso cerró la puerta, entró, no podía sacarse esos ojitos, parecía como si lo hubieran hipnotizado…..Tomó un platito y le puso leche tibia….abrió la puerta y la dejó cerca de donde él había estado.Sin que lo viera Alfonso espiaba por la ventana, ojitos verdes se acercó y tomó la leche de un sorbo. ¡Tenía mucho hambre!La ceremonia se repitió todos los días, acercando el plato cada vez más a la casa.Él devoraba el plato de leche y miraba por la ventana buscando los ojos celestes del que cada mañana le alcanzaba la comida.Nadie sabía de este secreto de amor mutuo que se estaba formando sin pensarlo.Una mañana la puerta quedó entreabierta y ojitos verdes conoció el calor que envolvía la casa….se deslizó suavemente hasta el sillón donde Alfonso dormitaba y fumaba en pipa junto al fuego….Lo miró y se acercó, acurrucándose entre las grandes botas y se quedó dormido.Ya nadie lo sacará de allí.. ¡El milagro se había producido!Ojitos verdes domesticó al Montañés. Que comprendió que la independencia y la amistad pueden caminar juntas.
María Rosa

1 comentario:

Sonia Cautiva dijo...

María Rosa
Es bien cierto que la independencia y la amistad pueden andar paralelas.
Lo plasmaste en un cuento para niños con la posibilidad que los adultos también lo comprendan.
Precioso.
Un abrazo y un beso
Sonia miauuuuuuu

cartel

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